PRÓXIMAS
EXPOSICIONES
CLUB PRENSA CANARIA
del 2 al 19 de MARZO de 2010
La exposición
comprende cinco rollos originales (nº 1, 4, 5, 7 y
8) desplegados en las paredes y en el suelo, con su peso,
con su textura, con su manipulabilidad…con su existencia
física horizontal y/o vertical, acompañados
de cinco lienzos -que son réplicas de los originales-
fruto de la digitalización de los largos rollos de
papel dibujado, reducidos a formatos impresos que permiten,
además de apreciar la totalidad de cada uno, disfrutar
del efecto pentagrama de formas, encajes o renglones de
escritura con dibujos en blanco y negro.
Cinco rollos originales, que en total significan más
de 80 metros de dibujos, convertidos en cinco lienzos "pentagrama".
5 Originales + 5 Réplicas
LO
REAL EN IMÁGENES
Antonio G. González
Lo significativo, el
origen, dibujar en una servilleta. Armando Gil es un artista
del dibujo. Le surge. Dibujó siempre sobre servilletas.Treinta
años. Estudiaba en Madrid, dibujaba la servilleta.
Antes, de regreso de los riscos grancanarios, que se recorrió
como montañero adolescente, la Selva de Doramas.
Después, en sus destinos profesionales, siempre la
servilleta: Brujas, Bruselas, Miami, Tenerife, Las Palmas.
Lo hizo incluso desde antes de saber, de entender, lo que
hacía. Y la enredadera del dibujo fue creciendo.
Aliada con el deseo, desencadenó la experiencia del
dibujo. Y entonces, atravesándola, emergió
la pulsión artística. Ahí comenzó
una voluntad de obra, de hacer una obra. Armando Gil se
ha tomado su tiempo, porque ha querido que surgiera lo real
como arte. No una obra por imitación, o pericia,
por deseo de ser artista, sino una obra por deseo de ser
obra. Y al final he aquí Rollo chino, obra bella,
elegante, decorativa, fresca, y en la que igualmente concurren
sus supuestos contrapuntos: complejidad e insondable profundidad.
Le ha salido una obra a Armado Gil. Le ha salido de la vida,
de su obsesiva confrontación con lo real.
¿Qué es lo real, lo que ante la obra Rollo
chino vamos a llamar así? Ya lo dijo alguien, es
lo que no sirve para nada. Es ese resto inasimilable que
constituye al sujeto en su subjetividad, pero que siempre
se escabulle. Una vez preguntaron a Borges para qué
servía la literatura. Él respondió:
"¿Para qué sirve el arcoíris?".
Lo que ocupa a Armando Gil en Rollo chino es eso que nos
sucede pero que nunca alcanzamos a expresar porque es del
orden de lo indecible. A diferencia de lo que ocurre con
la realidad, lo real nunca puede ser formalizado. La vida
en sí es refractaria a lo formal. Es un rollo chino
que, en efecto, no hay quien entienda, porque no está
hecha para ser comprendida. Sin embargo, el arte despliega
su estrategia para vérselas con el exceso hiriente,
el goce loco, los dioses oscuros.
Con el rotulador el artista toca lo real. Es apenas un
semblante. El arte logra lo imposible. Traer a la luz aquello
imposible de ser representado en el registro simbólico
(los lenguajes formales: gramáticas, lógicas)
o el registro imaginario (la visualización, lo primario
de las imágenes). El arte es apenas ese instante.
Por un instante. A Armando Gil le ha salido este Rollo chino.
Le ha brotado una narratividad visual, un relato en imágenes,
que en su caso no es ni escritura ni pintura, en sentido
estricto. Hay un dibujante magnífico, depurado, creciente,
hay una obra figurativa, hay el dibujo con su voluntad expresa.
Y el dibujo es lo que hace secuencia. Sólo que esta
figuración es algo singular, es atravesada por lo
abstracto, lo conceptual, atravesada por el filtro particular
de Armando Gil a la historia de la pintura contemporánea.
La figura se mantiene, pero como forma dentro de una narrativa,
dentro del secreto discurrir de la secuencia. Es una musicalidad
desprovista de los sonidos. Es ahí arrojada la existencia.
¿Qué es lo dibujado con tinta negra sobre
estos matéricos rollos de papel de arroz? ¿Qué
es este inédito pictograma graffitero, esta singular
estética 'manga' con guiños a las vanguardias
occidentales? ¿Cómo es que esta pulsión
de muerte, esta explosión de vida, están colándose
en palacio, suplantando al arte imperial? ¿Y qué
de este acto sexual entre la tinta de lo real y la elegancia
de salón del papel de arroz? De entrada un bestiario,
y una selva de Doramas. Algo fundacional. Y el jardín
de senderos que se bifurcan. Hay una vegetación imaginada,
hay la Humanidad. Está la mujer, los vértigos,
el vacío. Están las líneas de fuga,
el pene erguido, la quebrada de sentimientos, la vagina,
hay empalizadas. Y escaleras. La narratividad dibujada por
Armando Gil contiene todas las historias. Acá las
gestas, allá las distancias cortas. La miseria, el
gesto, la acechanza, la grandeza. Y la derrota. Dicen que
un hombre son todos los hombres. Este artista cuenta todas
las historias. Más por cuanto en Rollo chino es el
sueño mismo lo que se narra. Armando Gil sabe bien
que la vida es sueño. Claro que éste es sueño
narrado con su materia misma: con su nitidez extrema. Por
eso la rotunda fisicidad de la obra. Rollo chino. Tinta
negra, papel de arroz. Basta dejarse llevar por los ríos
visuales. Libérense del entendimiento. Disfruten.
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